9:50 minutos. La educación en Occidente está siendo atacado por el comunismo, llevando una disminución de los valores y la identidad. Los padres y líderes deben tomar medidas para revertir esta tendencia.
La educación en los albores de la humanidad
A partir del establecimiento de las sociedades organizadas, el ser humano se encontró con la necesidad de legar los conocimientos adquiridos a las nuevas generaciones. De esta forma se aseguraba la supervivencia en un mundo que se hacía cada vez más competitivo.
Por otro lado, se preservaban las normas éticas, espirituales y sociales, que conformaban los cimientos y la identidad de los pueblos que comenzaban a forjarse.
Ante esta necesidad, surgieron los maestros y hombres sabios, quienes se encargaban de recopilar los conocimientos de la comunidad, para transmitirlos a los jóvenes aprendices que debían constituir la columna vertebral de sus pueblos.
Estos maestros, con el tiempo ocuparon lugares destacados dentro de sus sociedades, y terminaron conformando escuelas de pensamiento, que delinearon movimientos filosóficos, muchos de los cuales siguen teniendo influencia hoy día.
Así tenemos a Sócrates, Platón o Aristóteles en la antigua Grecia. En Roma surgieron Cicerón, Séneca y Marco Aurelio aún vigente por sus “Meditaciones”, libro fundamental del estoicismo. En China, Confucio marcó con su pensamiento muchos siglos de civilización, hasta cuando fue desechado por el partido Comunista Chino.
Ya en tiempos recientes, los maestros comenzaron a incluir en sus enseñanzas el conocimiento formal de las ciencias, la historia, y todo aquello que un joven requería para desenvolverse en la sociedad. Muchos de ellos, se dedicaban a la investigación, convirtiéndose en los personajes que jalonaron el progreso de las sociedades donde habitaban.
Pero todo este progreso no podía mantenerse en una espiral ascendente. Como todo lo que emprende el ser humano, alcanzó el pináculo y acto seguido se inició un descenso.
La revolución del pensamiento genera la decadencia del conocimiento
Se puede decir que fue en 1762, con la publicación del “Emilio”, o “De la educación”, de Jean-Jacques Rousseau, cuando se dio inicio al sistema de la educación moderna.
De acuerdo con Rousseau, el niño nace bueno y la sociedad lo corrompe. Así que, debería permitírsele una educación natural, sin dogmas ni creencias, solo basada en su experiencia.
Con este enfoque, se produjo la eliminación de la ética, la moral y la religión, así como los valores familiares y la tradición cultural, en los currículos escolares. El maestro dejó de ser aquel estudioso que transmitía un conocimiento de sus antecesores. Se convirtió en simplemente un guía del alumno, quien, según su inclinación o capricho infantil, seguía su propio camino.
Fue precisamente John Dewey, quien puso las bases definitivas de la educación de hoy en Occidente. Combinó a Rousseau, Darwin y Marx, en su frase “El aprendizaje debe ser una experiencia activa, no pasiva“. Esto orientó a los estudiantes hacia la propia experimentación, en contra de la escuela tradicional y el aprendizaje sistemático.
Como resultado, se alejó a los niños de la influencia paterna, así como de las enseñanzas que podían aportar sus maestros. Al considerar a la cultura tradicional y las enseñanzas religiosas como adoctrinamiento, se les ha quitado a los pequeños la base moral que los debería sustentar en la adultez.
Marx afirma tajantemente en el Manifiesto Comunista: “¿Nos acusan de querer detener la explotación de los niños por parte de sus padres? De este crimen nos declaramos culpables”.
Si esta frase no es suficientemente clara, solo tenemos que ver los resultados en la formación de las nuevas generaciones bajo la tutela de las ideas progresistas, para entenderla cabalmente.
La educación y el retroceso de Occidente
Es la educación en gran parte responsable de la decadencia en el mundo occidental. Se puede ver que, en las escuelas, colegios y universidades, se viene llevando a cabo, desde hace décadas un adoctrinamiento sistemático de los maestros, dentro de los principios progresistas. Apoyados por medios, filósofos, cine, escritores y movimientos sociales, han implantado en las mentes de los jóvenes ideas de la pluma de Carlos Marx y sus seguidores.
Mao Zedong, durante la Revolución Cultural china, promovió el fin de los “cuatro viejos”, es decir, eliminar las costumbres, pensamiento, cultura y educación de las antiguas dinastías. Y en occidente se elimina la religión, la cultura tradicional, los valores familiares y la moralidad.
Con eso se está buscando la destrucción de la civilización de más de dos mil quinientos años, forjada desde la cultura griega. Al igual que la destrucción de la cultura china de cinco mil años, con esto se logrará la pérdida de identidad tanto individual como social.
La ideología comunista busca, por esta vía, crear una sociedad de corderos manipulados por una élite globalista, que se ocupará de pensar por ellos.
Aunque esto parezca descabellado, ya lo estamos viendo en Europa, EEUU y Sur América. La imposición de ideologías de minorías como la LGBT, la feminista radical o la racista, conducen a la creencia de que, estos movimientos nos abarcan a todos y están por encima de las mayorías.
La historia se ha tergiversado y reescrito, condenando acciones y personajes de hace cientos o miles de años, sacándolos del contexto de su momento histórico. Los libros clásicos se ven con sospecha, pues hablan con naturalidad del esclavismo que prevaleció hasta hace menos de doscientos años.
El resultado final lo vemos diariamente en los noticieros: alumnos que golpean a sus maestros, niños que se rebelan contra sus padres, alentados por decretos estatales, crecimiento del suicidio y la violencia en las escuelas y sociedades carentes de valores positivos.
El contraste de dos sistemas
Aunque las pruebas PISA, que se realizan entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) cada tres años, se enfocan estrictamente en el tema académico, son un parámetro del nivel educativo de los países asociados.
En los resultados del certamen más reciente, en 2022, se observó nuevamente el liderazgo de los países asiáticos, con Singapur a la cabeza. En contraste, hubo un retroceso general en los resultados de Europa y EEUU.
Pero realmente el liderazgo de Singapur no es sorprendente. Desde hace años, se han establecido mecanismos para llevar a los alumnos hacia la excelencia. Tanto el gobierno como las escuelas y los padres, se involucran directamente en la enseñanza.
Los profesores son quienes lideran la clase y se evitan las discusiones prolongadas. Por otro lado, estos profesores tienen magníficos salarios, y reciben una capacitación intensa para mantenerse al día en sus respectivas áreas.
Entre tanto, los niños y jóvenes de países occidentales están regidos por sistemas educativos laxos, más enfocados en el adoctrinamiento que en la ciencia. Mientras las matemáticas o la literatura son descuidadas, la educación sexual enfocada en el transexualismo se ha vuelto materia imprescindible.
Los maestros, no siempre bien remunerados y bastante desmoralizados por la poca autoridad que tienen, deben cuidarse muy bien para no ser denunciados, en caso de que sean demasiado exigentes.
Todo lo anterior señala con claridad el resultado de la influencia comunista en la educación escolar en Occidente.
Un camino de regreso difícil, pero posible
Yuri Bezmenov, un desertor de la KGB en EEUU, advirtió en 1985 que, dada la penetración comunista en Occidente, se requerirían de 15 a 20 años para que las nuevas generaciones volvieran al camino de la normalidad. Hoy en día, se ha infiltrado en todos los niveles de la enseñanza. Además, su ideología forma parte de la estructura mental de gran parte de la población.
A esto debemos agregar que organismos como la ONU, el Foro Económico Mundial y poderosas ONG promueven e imponen agendas progresistas a todas las naciones occidentales.
Esto nos muestra un panorama incierto, donde aparentemente no hay salida posible.
Pero son muchas las personas e incluso líderes, que entienden que ese sistema destructivo debe ser desmontado. Aunque el ciudadano de a pie difícilmente puede promover un cambio, todos debemos contribuir difundiendo la realidad de lo que está sucediendo.
Solo apoyando a líderes que tengan claro el daño que se está haciendo a nuestra sociedad, se puede iniciar el camino de regreso.
Mientras tanto, los padres de familia tienen el deber, desde sus hogares, de contrarrestar las ideas desviadas que sus hijos reciben a diario, a través de las redes e, incluso, en los centros de enseñanza.
Muchos maestros difunden ideas que no comparten, por temor a perder sus empleos. Pero ellos también deben ser conscientes de la responsabilidad que tienen a cargo.
Ejemplos como el de los irlandeses, que se opusieron a las pretensiones del gobierno de debilitar la familia tradicional, alientan a pensar que aún tenemos esperanza de evitar la caída al abismo.
Análisis de Carlos Morales sobre el tema de la educación del Capítulo 12 del libro Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo, para VCSmedia.net
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