6 minutos. El pueblo irlandés, en un plebiscito, rechazó las iniciativas del gobierno para redefinir la familia y debilitar su papel en la sociedad. Un triunfo que preserva los valores y la identidad familiar tradicional.
Recientemente se supo sobre un plebiscito llevado a cabo en Irlanda, con el cual el gobierno buscaba la aprobación, por parte de los ciudadanos, de dos medidas que iban contra la familia tradicional.
La primera trataba de redefinir constitucionalmente a la familia, la cual ahora sería una institución “fundada en el matrimonio o en otras relaciones duraderas”. Esta fórmula quitaría la unión entre un hombre y una mujer, y su papel como eje de la familia. Esto, al incluir cualquier tipo de unión entre dos personas.
La segunda tenía que ver con la modificación de la cláusula de la constitución original que exime a la mujer de salir a trabajar, por su papel fundamental de cuidar a la familia al interior del hogar. El plebiscito pretendía que esta cláusula fuera neutral en cuanto a género. Con esto se le quitaba la función tradicional de formar a los hijos.
Estas iniciativas fueron ampliamente promovidas tanto por el gobierno del primer ministro Leo Varadka, como por los medios progresistas que lo apoyan.
Sin embargo, sorprendentemente, ambas propuestas fueron rechazadas en las urnas. La primera por un 68 por ciento de los votantes, y la segunda por un contundente 74 por ciento.
Este resultado tiene importancia, si consideramos que, recientemente, se votó a favor de las iniciativas del gobierno sobre matrimonio entre personas del mismo sexo, y sobre el aborto,
En un mundo en el que cada día se ve más a la institución de la familia como algo obsoleto y no acorde al supuesto progreso de la sociedad, esta reacción del pueblo irlandés es una luz de esperanza, ante los ataques a la tradición familiar.
La familia tradicional en la mira de las agendas globalistas
No es una nueva noticia el hecho de que, desde hace años, muchos organismos internacionales y ONG han impulsado diversas iniciativas en contra de la familia como la hemos conocido durante siglos.
Pero ese afán por destruir a la familia tampoco es nuevo. Realmente, se inició con la teoría marxista, como parte del ataque a la sociedad capitalista y burguesa. Según Marx, la familia era parte integral de esa sociedad.
Carlos Marx creía que la familia tradicional iba en contra de la libertad y la igualdad predicadas por él. Tanto la autoridad del marido sobre la mujer, como la de los padres sobre los hijos constituían una relación desigual, que además se oponía al poder que el Estado debía ejercer sobre los individuos.
Esa noción se extendió a occidente, y dio impulso a la degradación del matrimonio como institución básica de la sociedad. Se legalizó el divorcio, se promovió la unión libre de parejas, y se llegó, en tiempos recientes, al apoyo del matrimonio homosexual.
Al frente de todo ello, la ONU, a través de su Agenda 2030 ha establecido una serie de mecanismos impositivos, dirigidos especialmente al mundo occidental. Esto se hace, supuestamente, para ‘convertir nuestro mundo en una especie de paraíso’.
Pero quienes leen cuidadosamente todo lo que se estipula en tal agenda, coinciden en que realmente se conduce, a través de ella, hacia la destrucción de la cultura, de la familia y de los valores que han sido el motor de nuestra civilización durante muchos siglos.
Por otro lado, con un enfoque hacia la disminución poblacional, se promueven el aborto, el matrimonio homosexual, el transgenerismo, la libertad sexual, la degradación de la figura masculina y, sobre todo, la desaparición de la familia tradicional.
La familia como obstáculo para el desarrollo social
Siendo la mujer, tradicionalmente, el eje de la familia, por ser quien debe encargarse del funcionamiento de hogar, hacia ella se ha dirigido la atención de estas agendas globalistas.
Impulsando el derecho a liberarse de la opresión patriarcal, a la mujer se la conduce a convertirse en parte activa de la sociedad, exigiendo igualdad de derechos para trabajar.
Esto lleva necesariamente a que el matrimonio y, por supuesto los hijos, ya no sean algo deseable. Si por algún motivo, se presenta un embarazo no esperado, el aborto es una solución ofrecida por los gobiernos y, gracias a la propaganda de los medios, aceptada socialmente.
Igualmente, si el matrimonio y los hijos mismos se convierten en un obstáculo para el progreso personal, el divorcio soluciona ese inconveniente. Así encontramos miles de niños que viven con uno solo de sus padres. Y este padre no atiende las necesidades de su hijo, pues su libertad no puede ser coartada por la crianza.
Desafortunadamente este panorama se ha vuelto cada día más cotidiano. Igualmente, son cada vez más pocas las familias conformadas por un padre, una madre y unos hijos.
Muchas parejas se casan, pero de antemano convienen no tener hijos, pues saben que ellos les generarán un impedimento para su crecimiento profesional y económico. A cambio, adoptan mascotas a las cuales llaman ‘hijos’, brindándoles su cariño sin tener que pagarles la universidad. Y después, cuando se aburren, pueden abandonarlas en la calle.
Todo lo anterior se ha ido convirtiendo, a través de la promoción de los gobiernos y de medios que siguen el juego de las grandes organizaciones internacionales, en un movimiento cultural al cual nos hemos dirigido ciegamente.
Por esto, cuando leemos una noticia sobre lo que ocurrió en Irlanda, podemos corroborar que aún muchas personas siguen creyendo en los valores tradicionales inculcado por los abuelos y con los cuales la sociedad prosperó y se mantuvo cohesionada durante miles de años.
Por qué debemos preservar la familia tradicional
Hay muchas razones por las cuales es beneficioso para la sociedad preservar la familia tradicional:
- La familia ha sido el eje de las sociedades. Es en ella donde se inculcan los valores tradicionales, el sentido de patria, el respeto a los demás, el entendimiento del sentido de autoridad y el sentimiento de pertenencia. Ella garantiza que los niños crezcan para convertirse en adultos seguros, capaces de enfrentar los avatares de la vida.
- A través de la familia se preservan y transmiten los valores tradicionales a las nuevas generaciones. Son esos valores los que sustentan a una sociedad, dándole identidad y sentido de pertenencia a los individuos.
- Si no hay unos padres que conduzcan a los niños, que les transmitan el conocimiento de las generaciones que los antecedieron, esos niños serán manipulables y débiles ante otros. En manos de gobiernos ideologizados o de maestros irresponsables, solo serán peones de quienes detentan el poder.
- La familia nos enseña el rol que debemos cumplir en la sociedad, y por lo tanto se convierte en el pegamento que permite el crecimiento de los pueblos. Una sociedad que pierde la familia está abocada a la desintegración, pues los jóvenes crecerán sin una guía clara de lo que significa para ellos esa sociedad.
Entre otras muchas cosas, lo que pretenden las ONG y organismos como la ONU es facilitar la manipulación de las mentes de los pueblos. Ellas, a través de gobiernos dóciles están tratando de destruir los fundamentos de la sociedad occidental, atacando los pilares que la sostienen, como la familia.
Por eso es deber de los padres informarse para tener claridad en esos principios. Solo de ellos depende que no se destruya lo que se construyó con el esfuerzo de cientos de generaciones antes de nosotros.
Escrito por Carlos Morales para VCSradio.net
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