Los médicos tradicionales ponen su fe en la ciencia, en los medicamentos y equipos tecnológicos. Sin embargo, yo, como otorrinolaringólogo o médico de ojos, oídos y nariz, me enfrenté a la posibilidad de experimentar una vía no convencional, la cual cambió mi perspectiva y modo de entender las enfermedades y la vida en general.
Mi nombre es Lai Jiandeng, vivo en Taiwán y actualmente tengo 56 años. Debido a mi trabajo como médico, puedo acceder sin problema a cualquier medicamento, razón por la cual tomé gran cantidad de píldoras para tratar diversas dolencias que limitaban mi desempeño profesional. Pero, estas solo quitaban los dolores temporalmente, pero jamás curaron las enfermedades de raíz.
Los síntomas de mis enfermedades eran demasiado incapacitantes y me causaban gran sufrimiento. Tenía úlcera y sangrado estomacal, rigidez en la espalda, inflamación de los ojos, mareos y dolor en el nervio ciático.
Esta afección también estaba acompañada de espondilitis anquilosante (inflamación crónica de la columna vertebral). La espalda me dolía mucho y en invierno el dolor de la columna vertebral era tan insoportable que no podía estar quieto ni tampoco en movimiento. Conducir el auto era una tortura. Tenía miedo de morir por chocar el auto al no poder maniobrar a tiempo.
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La primera vez que se afectaron los ojos, fue hace más de 15 años. Amanecí con estos rojos e inflamados y de repente los globos oculares comenzaron a supurar desde el interior. Era algo extremadamente doloroso. Apenas podía abrirlos. Estaban llenos de pus y no había una explicación de la causa. Me entró un miedo intenso de perder la visión porque creía que el paso siguiente sería entrar en un grado de putrefacción.
Inmediatamente consulté a un oftalmólogo, quien me inyectó directamente sobre los párpados y en el tejido alrededor de los globos oculares, durante varias sesiones. La infección disminuyó, pero esto fue solo el comienzo de un infierno.
De ahí en adelante la infección regresaba cada primavera. Debía aplicarme más inyecciones cada vez para controlar temporalmente el síntoma, sin tocar la causa. El brote duraba más o menos un mes.
Esta enfermedad se convirtió en un suplicio esperando cada vez el retorno del ataque sin poder hacer nada más. Me angustiaba en extremo esta situación pues con el tiempo me podría perder la vista y afectar el riñón, o sea que me enfrentaba a una ceguera o a una diálisis de por vida.
Después de la muerte de mi madre vi por primera vez un libro de Falun Dafa y comencé a leerlo. Desde las primeras páginas me di cuenta de que ésto era lo que yo estuve buscando toda mi vida.
Falun Dafa es una vía de cultivación espiritual que combina una serie de ejercicios de qigong con la enseñanza de las leyes que rigen el universo. A través de la práctica y la lectura, mi cuerpo se limpió y fortaleció, y aprendí que mirando para adentro y eliminando nuestros errores mentales, podemos lograr un cuerpo y mente sanos. Aprendí a ser una mejor persona.
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Desde entonces, mi úlcera estomacal comenzó a disminuir y desapareció. El inaguantable padecimiento en mi columna también se redujo día a día. La inflamación y dolencia de los ojos fue desapareciendo paulatinamente y mi cuerpo recuperó totalmente la salud. Verdaderamente pude experimentar una transformación profunda y sobrenatural.
Como médico es difícil creer que los milagros existen, pero esto fue precisamente lo que sucedió en mi vida. Ahora entiendo que solo la cultivación espiritual verdadera puede ayudar a la gente a estar saludable completamente.
Ahora Falun Dafa guía mi vida. Me enseñó a reducir el enojo y otros malos sentimientos. Me guió a ver mis propios defectos y a entender que todas las soluciones están en el desarrollo de la virtud.
Antes de practicar Dafa creía que estaba bien luchar contra otras personas por intereses propios y pasar por encima de los demás para alcanzar ganancias personales. Ahora creo que esto fue precisamente lo que produjo todo ese infortunio y enfermedades.
Me he prometido a mí mismo atesorar esta oportunidad de practicar Falun Dafa y ser diligente en mi cambio interior, a través de sus sabias enseñanzas. También deseo compartir mi experiencia con todo aquel que quiera escucharla y aplicarla en su vida.
Locución, César Múnera
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