Cuenta la historia que alrededor del año 150 existió en la capital de China, un hombre llamado Tian Luan, quien a edad muy temprana tuvo que soportar la pérdida de sus seis hermanos por alguna enfermedad antes de los 30 años. Quedó como hijo único de una familia adinerada.
La madre de Tian temía que su hijo corriera la misma suerte que sus hermanos. Fue por esto que, cuando Tian cumplió los 25 años contó su historia a un amigo, y este le dijo que algunos taoístas de la montaña Hua poseían poderes sobrenaturales que le podrían permitir no envejecer ni morir hasta después de un tiempo muy, muy largo.
Con un corazón sincero decidió buscar a los taoistas, y después de cientos de kilómetros caminando, logró encontrar a un sacerdote taoísta.
Tian Luan saludó respetuoso y le contó su triste situación, pidiéndole algún secreto para aumentar su tiempo de vida.
El sacerdote señaló un árbol de ciprés y le dijo, “¡Éste es un elixir! No necesitas buscar más en ningún otro lugar. Sólo pregúntate a ti mismo muy profundamente cuán fuerte es tu voluntad”.
Tian le preguntó cómo debía usar este elixir.
“Sin importar qué, mantente tomando hojas de ciprés sin interrupción y finalmente lograrás prolongar tu vida”.
Tian consideró muy seriamente las palabras del taoísta y, con el solo pensamiento de mejorarse, fortaleció su determinación. Al volver a casa, secó las hojas de ciprés, y luego las molió hasta hacerlas polvo. Comenzó a consumirlas diariamente sin dudarlo.
La familia comenzó a notar que Tian gradualmente dejaba de a comer, pues ya no sentía la necesidad de consumir carnes ni ninguna comida. Solo ingería el polvo de hojas de ciprés sin cesar.
Pasaron dos años cuando Tian comenzó a padecer fuertes dolores de cabeza y fiebres. Por todo el cuerpo le aparecieron llagas y le era imposible conciliar el sueño.
Con lágrimas en los ojos, su madre le pedía que dejara de comer tomar hojas de ciprés y aceptara comida, puesto que su vida estaba en peligro.
Sin embargo, Tian se mantuvo firme, recordando las palabras del sacerdote taoísta. Decía que no se preocupara, que todo iba a estar bien.
Siete años más tarde, la fiebre aumentó y sentía que su cuerpo estaba ardiendo en llamas hasta el punto que nadie podía tocarlo ni acercarse. Pero Tian no aflojó en su resolución de seguir las indicaciones del taoísta.
De su cuerpo comenzó a emanar un fuerte olor a hojas de ciprés y las llagas de su cuerpo comenzaron a supurar un líquido amarillo. Su madre perdió la esperanza y esperaba su muerte, igual que sucedió con sus otros hijos.
Un buen día, Tian dijo a su madre:
“Hoy me siento mucho mejor, quiero tomar un baño en la tina”.
Luego de que lo introdujeron en la tina empezó a sentirse somnoliento. Pidió que lo dejaran solo, cerraran la puerta y no hicieran ningún ruido que lo despertara.
Tres días más tarde despertó. Llamó a su familia y todos quedaron muy asombrados. Sus llagas habían desaparecido por completo y su piel estaba limpia y clara. Sus cejas y barba se volvieron negras y brillantes. Había recuperado su vista y oído. El entusiasmo regresó.
Contó a toda la familia que tuvo un sueño: “unos sacerdotes taoístas llevaban banderas y estandartes me condujeron hasta Shangqing (el Cielo taoísta), donde vi a todos los seres celestiales de la antigüedad. Todos se decían el uno al otro, ‘ha venido el maestro taoísta Hojas de Ciprés’. Ellos me enseñaron distintas habilidades especiales, esculpieron mi nombre con caracteres de oro en un bloque de jade, y lo almacenaron en los cielos de Shangqing. Luego me dijeron que por el momento debo quedarme en el mundo humano para continuar mejorando y que algún día me llevarían al cielo taoísta”.
Desde ese día, Tian Luan nunca volvió a comer, pero tampoco tenía hambre. Se fue a vivir a un monasterio taoísta en la ciudad de Songyang donde alcanzó los 123 años de edad y nunca envejeció, siempre tuvo una apariencia joven. Siempre su cuerpo emanó un aroma de ciprés y todo el mundo lo llamaba el taoísta Hojas de Ciprés.
Todos sabemos que, comer hojas de ciprés en sí mismo no funciona para prolongar la vida ni lograr la eterna juventud.
La historia del Taoísta Hojas de Ciprés confirma lo que los Maestros espirituales han enseñado por miles de años: que la larga vida y la eterna juventud se logra con una voluntad férrea para mejorarse día a día, una constancia y fe inquebrantables. Tian es un claro ejemplo del poder de la convicción y el trabajo espiritual sin descanso.
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