6 minutos. Fulcanelli, el último alquimista, es además de esto, tal vez el más misterioso de los escritores alquimistas.
Fulcanelli, el último alquimista
En 1926, apareció en París la edición de 300 copias de un libro que habría de conmover a todos los seguidores de las artes secretas; El Misterio de las Catedrales. Su autor, Fulcanelli, siempre fue muy celoso de su anonimato.
La alquimia en la historia
Los orígenes de la alquimia se remontan a las primeras civilizaciones, desde Mesopotamia hasta China, alcanzando una antigüedad de más de 2.500 años. Mucho se ha escrito sobre su doctrina, la cual abarca la física, la química, la medicina y la astrología, así como las ciencias espirituales y herméticas.
Podemos decir que la alquimia trata sobre la búsqueda del conocimiento a través de la transmutación de la materia, con motivaciones esotéricas y de índole espiritual.
Muchos grandes personajes en Europa practicaron esta disciplina, como Roger Bacon, Galileo Galilei, Isaac Newton y Paracelso, entre otros. Se reconoce que, sobre las investigaciones llevadas a cabo por sus adeptos, se fundaron las bases de la química moderna.
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La alquimia siempre estuvo rodeada del secreto; no solo por la persecución de la Iglesia Católica hacia todo tipo de ideologías paralelas a la fe cristiana. También, se debía resguardar el conocimiento de esta ciencia para que no fuera mal utilizado por las mentes profanas, incapaces de entender sus profundas verdades.
Noticias de Fulcanelli
A principios del siglo XX, Europa bullía por la curiosidad hacia las sociedades secretas. Todo tipo de charlatanes se confundían con los verdaderos iniciados. Fue hacia 1920 cuando dos entusiastas de la alquimia, el pintor Juan Champagne y el joven parisino Eugène Canseliet, comenzaron a mencionar en los círculos de ocultistas a un extraordinario maestro llamado Fulcanelli, del cual, aparte de que era un joven aristócrata, no daban muchos detalles.
Todo esto sonaba a palabrería, hasta cuando en 1926 se publicó el libro El Misterio de las Catedrales, firmado por Fulcanelli, con un prólogo de Canseliet y 36 ilustraciones de Champagne. Allí se hacía un análisis minucioso de las grandes catedrales góticas como Notre Dame y Amiens, en las cuales se ocultan los secretos esotéricos transmitidos por la ciencia hermética, los cuales solo podrían ser interpretados por los iniciados.
Posteriormente, en 1929 apareció un segundo libro, Las Moradas Filosofales, donde se analizan los grandes castillos medievales, bajo la misma lupa. Canseliet fue el encargado de llevar a la imprenta los libros, pero jamás reveló la identidad del autor. Después de este segundo libro, Fulcanelli desapareció completamente.
Indudablemente, al misterio que Fulcanelli propone sobre las catedrales, se suma el misterio de su identidad. Considerando que, gracias a sus escritos, se le tiene como uno de los más grandes alquimistas de todos los tiempos, es increíble que no exista ninguna certeza de quién era.
Aunque no se volvió a tener noticia suya, el químico Jacques Berguier afirmó en su libro El Retorno de los Brujos, que en 1937 había tenido un fugaz encuentro con Fulcanelli, quien le había advertido sobre los peligros de la fusión nuclear como arma de destrucción, en un año en que esto aún era desconocido incluso por la ciencia.
Identidad improbable
Es mucho lo que se ha conjeturado sobre la identidad de Fulcanelli, pero ciertamente no existe una teoría que nos acerque a la verdad. Al principio se especuló que se trataba de uno de sus dos confidentes, Canseliet o Champagne, pero ninguno de ellos poseía el conocimiento para escribir tales libros. Se pensó en otros ocultistas contemporáneos, como Pedro Dujols, el Dr. Jauvert o Jolivet Castelot, pero todos fueron descartándose, ya fuera por el estilo literario o por la escasa profundidad de sus conocimientos.
También se pensó en algún colectivo hermético, como Los Hermanos de Heliópolis, a quienes Fulcanelli dedicó su obra. Pero esta hipótesis no parece tener un sustento creíble.
Finalmente, Fulcanelli, conocido como el último alquimista, desapareció para siempre, después de haber sido visto por muy pocos testigos, y sin que se tenga ningún registro cierto sobre su verdadera identidad. De no ser por sus dos increíbles libros, unos de los más intrigantes en la historia de la ciencia hermética, podríamos pensar que nunca existió.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Tema musical: Benjamin Tissot ( Música sin derechos de autor de Bensound )
Foto de portada: El alquimista, 1649, óleo sobre tabla – David Ryckaert III – Museo del Prado – Wikimedia Commons
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