11 minutos de lectura. En todas las culturas se ha hablado de seres mitológicos. Pero el dragón chino es, de todos, el más vigente en la actualidad.
La existencia del dragón en la cultura china es prácticamente tan antigua como China misma. Las primeras figuras de dragón conocidas se remontan hasta el año 4.500 a.C., durante la cultura Hongshan.
Una larga historia
Desde esos remotos años, la enorme criatura de aspecto terrible, pero de acciones benévolas, ha estado presente constantemente en la vida del pueblo chino. El dragón está asociado a la buena fortuna y a la protección de los ríos, pero su existencia tiene raíces mucho más profundas en la formación de este pueblo asiático.
Vale la pena recordar que no tiene ninguna relación con el dragón de occidente, el cual posee un cuerpo grueso, largo cuello y alas membranosas. Éste, además, tiene una connotación negativa y se le representa constantemente siendo eliminado por algún héroe, como San Jorge, en una alegoría de la lucha entre el bien y el mal.
Por el contrario, el dragón chino desde sus orígenes fue considerado una figura positiva, benévola y justa. De hecho, se le asocia estrechamente con los emperadores, quienes debían gobernar con justicia a sus súbditos. Esto era porque ellos poseían el Mandato del Cielo, que los hacía representantes del Dios y, por lo tanto, a él debían rendir cuentas.
Es legendaria la historia del emperador Yu el Grande (hacia 2070 a.C.), fundador de la dinastía Xia. Yu debió enfrentar la tarea de controlar las devastadoras inundaciones que asolaban el reino. Para esta labor, que le tomó trece años construyendo canales de riego que encauzaban las aguas, fue ayudado por un dragón, aunque se dice que él mismo era uno de ellos.
Por supuesto, las religiones han tenido en alta consideración los poderes benéficos de los dragones. Para el taoísmo significaba la “Vía central”, conocida como el Tao. En el budismo zen, el dragón representado detrás de las nubes simbolizaba la verdad y el arduo camino para conocerla.
Todo lo anterior nos señala cómo el dragón se encuentra presente en la religión y la vida tanto de las diferentes dinastías, como del pueblo mismo.
Simbología y representación
Como vimos atrás, el dragón estaba vinculado a la protección de las fuentes de agua y a la benevolencia del clima, además de la buena suerte y la prosperidad.
Sabiendo que todas las antiguas culturas esperaban ansiosas la época de lluvias para obtener buenas cosechas, los dragones se consideraban propiciatorios de ellas. Por la misma razón, estaban vinculados a los vendavales, el granizo y los tornados. Tal vez por esto último, muchas veces las imágenes de los dragones son circulares.
En las aldeas se pedían las lluvias al dragón por medio de la danza. Para ello se construía una figura del dragón en tela que cubría un marco de madera. Con ella se hacía una procesión en la que se cantaba, mientras se llevaban cubos con agua con la que se salpicaba a los espectadores.
Hoy en día el dragón sigue siendo fundamental en los desfiles y las celebraciones del año nuevo chino, donde aparece representado en todo su esplendor y en muchas ocasiones se puede decir que es figura central de la celebración.
Respecto al emperador, en la antigüedad se le consideraba uno solo con el dragón. Así como este era la figura suprema entre los seres mitológicos, el emperador era el hombre más importante del reino. Entonces, así como esto lo obligaba a cumplir con sus deberes impuestos por el cielo, también tenía ciertos privilegios otorgados gracias a su relación con ese ser celestial.
Una forma de expresarlos era el uso exclusivo de ricas túnicas de seda, las cuales tenían bordados exquisitos que representaban dragones. Estos tenían cinco garras, a diferencia de otros menores, que solo poseían cuatro. El trono y el palacio mismo se encontraban profusamente decorados con dragones.
Tanto las esposas como algunos altos funcionarios cercanos al emperador gozaban del privilegio de usar ropas decoradas con dragones. Sin embargo, estaban sujetos a unas convenciones jerárquicas que controlaban el tamaño, los colores e incluso el corte.
Finalmente, hay que destacar la presencia de los dragones en el arte chino. Como ocurre con los temas más importantes de las diferentes culturas, su presencia más destacada era en las representaciones religiosas.
Esto condujo a múltiples formas de imágenes de los dragones, desde pinturas y decoraciones propiciatorias, hasta toda clase de joyas, ya fueran en oro, jade, porcelana, piedra decorativa e incluso como grabados en las armaduras o en las espadas.
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Entre la realidad y el mito
Los dragones son tan omnipresentes en la vida y en la cultura del pueblo chino, que nos obliga a preguntarnos si fue solo un ser mitológico, o alguna vez surcaron los aires de ese país tan lleno de magia.
Aunque se le representa de diversas formas, la más común es con un cuerpo de serpiente, y su cabeza adornada con cuernos de ciervo. Su cuerpo estaba cubierto con escamas y tenía garras como las de las águilas. Podía cambiar de tamaño y forma a voluntad, así como aparecer en el sitio que deseara.
Curiosamente, aunque se trata de un ser básicamente aéreo, ya que generalmente se le representa entre las nubes, no poseía alas. Sin embargo, era muy extendida la creencia de que habitaba en los nacimientos de las fuentes de agua, por lo que muchos ríos en China asocian el nombre del dragón.
Sobre su posible existencia, son múltiples los testimonios de la antigüedad que dan por cierta su presencia en diferentes regiones.
Por ejemplo, en “Los cinco elementos de la historia de la dinastía Yuan”, se lee: “En agosto de 1290 d. C, durante el gobierno del emperador Zhiyuan, en la provincia de Shandong, apareció un dragón cerca del monte Long. Éste hizo flotar por el aire una roca de media tonelada”.
En el “Registro enmendado de la dinastía Tang” se lee que durante el gobierno del emperador Xiantong, un dragón negro cayó del cielo en el condado de Tongcheng y murió por una herida en la garganta. Medía más de 30 metros, la mitad de los cuales correspondían a la cola. Esta era plana y tenía escamas como las de un pez. La cabeza tenía dos cuernos. Los bigotes a los lados de la boca medían más de 6 metros.
Se puede citar otro caso, que se presentó en 219 d.C. en la ciudad de Wuyang, durante la dinastía Dong Han. Se dice que allí apareció un dragón amarillo y permaneció nueve días antes de irse. Para honrar su aparición, se construyó un templo y se erigió una tableta de piedra dentro de él.
¿Realmente han existido los dragones?
En conclusión, como podemos observar, para los antiguos chinos, los dragones eran mucho más que una figura curiosa utilizada en las celebraciones como parte del folklor popular, tal como acontece en la actualidad. Por el contrario, eran seres vivos y reales, como lo eran las deidades que gobernaban desde sus reinos celestiales.
Su presencia es tan remota en el pasado, que no es descabellado pensar que en algún tiempo convivieron con los humanos, enviados por los dioses. Tal vez ayudaron durante siglos a proteger a ese pueblo ingenioso que aprendió el arte de manejar las aguas para sus extensos cultivos en un territorio no siempre fácil.
Seguramente llegó el día en que su presencia ya no fue requerida y los dioses los retiraron hacia sus reinos celestiales de origen. Pero su presencia nunca fue olvidada, y por eso siguen siendo, a pesar de la lucha desatada contra la cultura tradicional, parte fundamental de un pueblo que no olvida las profundas raíces que los atan a las creencias de sus antepasados.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSmedia.net
Narración: Javier Hernández
Música de Fondo: China – Envato
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