Ludwig Van Beethoven – Symphony No. 5 – Recomendado Musical de la Semana
¿Cómo logró Beethoven ser uno de los mejores compositores de la historia aún siendo sordo?
Aquí te lo contamos..
Lo que es más sorprendente en la historia del compositor alemán Ludwig Van Beethoven, es el hecho de que, a pesar de padecer sordera gradual, que se agudizaba día con día, fuera capaz de convertirse en el eslabón fundamental para la transición del clasicismo musical del siglo XVIII al romanticismo del siglo XIX. Con un legado de 722 composiciones, a lo largo de su prolífica carrera de 45 años, el genio, aún sigue vigente.
Hacia 1796, a la edad de veintiséis años, Beethoven empezó a perder la audición. Su limitación auditiva, fue un obstáculo que tuvo que superar, mientras que su reacción frente a la misma, se concibe como una batalla de la que salió heroicamente. Incluso, se afirma que después de que Beethoven ya no pudo oír, se refugió en la intimidad de su imaginación, escuchaba música en su cabeza y luego la escribía. Sin embargo, todo indica que la genialidad del compositor no sólo estaba presente en sus obras musicales, sino también en la manera de abordar la difícil situación de su sordera.
De acuerdo con manuscritos del mismo compositor, se puede ver que encontró varias formas de enfrentar la deficiencia auditiva, una de ellas fue la conducción ósea: conectaba una varilla de metal, uniéndola con hilos metálicos a su piano y la mordía, para sostenerla entre sus dientes. Mientras entonaba diferentes melodías, podía sentir las vibraciones en su mandíbula y percibir los sonidos. Disponía además de una gran colección de audífonos, que se pueden apreciar en la “Casa Museo de Beethoven” en Bonn, Alemania.
También usó sus ojos para crear música. Al observar, cualquier manuscrito o boceto de Beethoven, se observa la creación de música en papel, tachando y reemplazando con frecuencia notas que consideraba no se ajustaban, o dejándose llevar por patrones de escritura rítmicos y repetitivos que reflejan los ritmos enfáticos de gran parte de su música. Escuchó lo que vio y sintió, mientras su pluma cruzaba el papel una y otra vez en arcos y arabescos de creatividad musical.
Cabe anotar, que él no siempre fue sordo. Tras 30 años de componer obras que iban desde sinfonías, conciertos para piano, sonatas, cuartetos, entre otras, Beethoven sabía perfectamente cómo sonaban los instrumentos, las voces y cómo se conjuntaban. Así que, su imaginación, su genio, sumado a la conducción ósea, le permitieron seguir componiendo.
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Al final de su vida, Beethoven encargó la creación de un resonador especialmente diseñado que se colocaría sobre su piano para magnificar tanto el sonido como la vibración. La música de piano que escribió en ese momento incorporaba poderosos acordes, nuevas formas de resolver armonías y pasajes cuidadosamente sincronizados en los que las dos manos se combinan para hacer que el marco del instrumento vibrara de arriba a abajo.
Sus últimos cuartetos de cuerda; productos reales de su sordera, contienen un universo sonoro novedoso que parece aún más notable cuando sabemos que fueron escritos por un personaje que no podía oír. Beethoven creó estas nuevas texturas y sonoridades, porque estaba siendo guiado tanto por sus ojos como por sus recuerdos de sonido.
En lugar de restar valor a su proceso creativo, su sordera agregó dimensiones a sus obras, que no habrían estado allí de otra manera.
La historia de vida de Beethoven nos habla, de aceptación de lo que no se puede cambiar y de adaptación creativa empleando las herramientas disponibles.
Redacción, Claudia Franky para VCSradio.net
Obra: Symphony N°5 in C Minor, Op. 67: Allegro con brio
Compositor: Ludwig van Beethoven
Artistas: “Filarmónica de Berlín”
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